Tarifas y sudokus

La llegada del nuevo equipo de energía al Ministerio de Industria se ha caracterizado por la existencia de un número importante de cuestiones encima de la mesa que estaban pendiente de resolución y que requerían una respuesta. Una de ellas, es la cuestión de la tarifa eléctrica que en los próximos días y semanas va a rellenar ríos de tinta y también de páginas web.
Tarifa social, tarifa federal
De hecho, no es un ejercicio de esquizofrenia política asistir a una ceremonia mediática combinada: declaraciones de Secretarios de Estados y de Ministros a favor (sin excesiva convicción, dicho sea de paso) del aumento de la tarifa. Cifras oscilantes 6%, 10 %… Por otra, la aparición perfectamente sincronizada de informaciones a favor de una tarifa social, que la tarifa española es de la más bajas de la Unión Europea o que los usuarios que tengan aumentos de tarifa según su nivel de consumo. Todo ello entremezclado con la reactualización de las ya añejas tarifas nocturnas como un hallazgo de nuevo cuño.
A partir de ahora, el ejercicio de combinaciones de los globos sonda que en esta cuestión puede ser infinito: la tarifa/impuesto, la tarifa eléctrica nocturna y diurna, la tarifa para derrochadores de energía o para ahorradores y así sucesivamente. Añadamos el componente de la moratoria nuclear que recientemente ha prolongado su duración para que los consumidores sigan pagando intereses.
Lo que si está claro es que se trata de introducir la palabra social en los titulares e intentar inmunizar el pánico político a la subida que precisa la tarifa eléctrica para garantizar su adecuación a los costes de generación. Hemos tenido ejemplos históricos en nuestra economía: el pollo o el butano.
Si era el propio Pedro Solbes el que nos decía que los Presupuestos Generales del Estado se habían convertido en un sudoku, la tarifa eléctrica no iba a ser menos. Con la Secretaria General de Energía buscando la cuadratura del círculo: combinar los intereses electorales la racionalidad económica puede ser un ejercicio dificultoso, comparable al pasatiempo japonés. Sobre todo si no se tiene claro que la gestión de esta cuestión ha seguido el modelo ‘bola de nieve’ y que cada vez resulta más complicado esconder el déficit debajo de las alfombras, o trasladarlo, con intereses y todo, hacia el futuro. Continuará.