Los biocombustibles se convierten en los protagonistas de la reforma de la Ley de Hidrocarburos

Lleva días siendo una de las medidas más comentadas de cuantas incluye como novedad la reforma de la Ley de Hidrocarburos, que esta semana podría finalizar, junto con la Ley Eléctrica, su largo periplo parlamentario. La obligación de mezclar biocarburantes con la gasolina y el gasóleo que hoy se expenden en las estaciones de servicio ha centrado en las últimas horas la atención de los medios informativos.
Esta obligación de mezcla llega para la industria de los biocarburantes en un momento crítico. Tras años de investigación hasta conseguir una tecnología que comienza a estar madura, existen incertidumbres tanto a nivel nacional como internacional que mantienen sin despejar algunos nubarrones que planean en el panorama del sector a corto plazo.
El fuerte «boom» que la industria de los biocarburantes viene registrando ha hecho surgir numerosos proyectos en los últimos años, tanto a nivel nacional como internacional. A nivel nacional, algunas de las empresas más activas del sector están siendo Abengoa y Acciona.
Por otra parte, a escala internacional, el elevado número de proyectos existentes ha comenzado a «presionar» fuertemente al alza las cotizaciones de algunas de las materias primas utilizadas para la producción de biocarburantes. La fuerte demanda de estas materias primas afecta ya a la cotización de cereales como el maíz y el trigo.
Etanoinflación
La subida de precios que están registrando materias primas como el maíz y el trigo, utilizadas en la fabricación de bioetanol, ha hecho que para referirse a este fenómeno se haya acuñado un término conocido como «etanoinflación». El problema surgido por esta presión al alza de los precios comienza a ser tan evidente que el propio Fondo Monetario Internacional advertía recientemente sobre el asunto y «subrayaba» que el gran interés despertado en EEUU y la Unión Europea por estas tecnologías elevará aún más el precio de los alimentos.
De hecho la «etanoinflación» ha generado ya los primeros problemas en México, donde se teme que una de sus enseñas alimentarías y base de su cocina, la tortilla de maíz, siga sufriendo una vertiginosa subida de precios ante la pujanza demostrada por la cotización del maíz en los últimos meses.
Volviendo a la situación de los biocarburantes en España, ésta es especialmente particular. Así, aunque existe una creciente producción nacional, ésta es mayoritariamente exportada ante la falta de una legislación que apoye su uso. Hasta el momento, los operadores petrolíferos se han mostrado reacios a la venta de biocarburantes en las estaciones, alegando que su introducción plantea algunos inconvenientes, sobre todo en el caso del bioetanol y de la logística necesaria para su distribución.
El escenario actual, sin embargo, podría cambiar si este jueves sale adelante una modificación incluida en la reforma de la Ley de Hidrocarburos, tras su paso por el Senado, según la cual se deberá emplear una mezcla mínima de biocarburantes en gasolinas y gasóleos del 1,9 % en 2008, del 3,4 % en 2009 y del 5,83 % en 2010. Los porcentajes anteriores tendrán carácter de obligatorio, salvo el de 2008 que será indicativo. En todo caso la norma habilita al Gobierno para «modificar» estos objetivos establecidos, por lo que, con posterioridad a su aprobación este jueves se podrían modificar al alza o la baja estos porcentajes. Esta circunstancia daría una «segunda oportunidad» para que, tanto los productores de biocarburantes revindiquen unos objetivos más ambiciosos, como para que los operadores petrolíferos muestren su disconformidad ante la obligatoriedad de la medida, solicitando la reducción a la baja de los porcentajes.
Desequilibrado patrón de consumo
La «dieselización» del parque automovilístico en los últimos años ha provocado que exista un déficit de gasóleo en el mercado que resulta necesario ser importado. Por ello, el debate se ha centrado en determinar si los biocarburantes pueden ayudar realmente a solucionar el problema de la dependencia energética. Al demandarse más diesel que gasolina, en los últimos años se ha invertido el patrón de comercio exterior de los carburantes, importándose gasóleo y exportando gasolina.
Por ello se argumenta que, mientras la producción de biodiesel si ayudaría a solucionar el desequilibrio, pues disminuiría la cantidad de gasóleo a importar, el bioetanol, utilizado para mezclar con gasolina, aumentaría aún más el excedente de gasolina, no disminuyendo la dependencia y aumentando la cantidad a exportar.
Dependencia de materias primas
El problema es, sin embargo, que desde el punto de vista de dependencia, tanto en el caso de los carburantes tradicionales como de los biocarburantes, la materia prima empleada tanto en uno como en otro caso debe ser importada, por lo que la dependencia energética en ambos casos sigue, de uno u otro modo existiendo. La única diferencia existente se halla en que, mientras en el caso de los biocombustibles ésta podría llegar a disminuir en el largo plazo, mediante la producción de materia prima por la agricultura nacional, en el caso del petróleo será necesario, en todo caso, seguir importando el crudo.
Problemas de logística
Uno de los principales problemas que se encuentran para comenzar la distribución de biocarburantes se encuentra en la logística necesaria. Así, mientras el biodiesel puede ser incorporado directamente a la red de transporte por tubería, mezclándose directamente con el gasóleo, el bioetanol necesita ser transportado por camiones cisterna hasta las estaciones, lo que contribuiría a incrementar sus costes.