La Comisión Nacional de Competencia: el martillo neumático del sector energético español

Tras el proceso de franco deterioro en barrena de la Comisión Nacional de Energía, ha seguido su estela la Comisión Nacional de Competencia, alertada de los movimientos vibratorios existentes en torno a la reforma de los órganos de regulación sectorial (CNC y CMT). Ra ta ta ta. De hecho, Luis Berenguer, presidente actual de la CNC, en su momento ya empezó a paladear de forma indisimulada su deseo de extender sus dominios no a los sectores de la economía, sino a los reguladores de los sectores, y lo que se viene difundiendo en formato ‘interruptus’ de la Ley de Economía Sostenible apunta en este sentido. Ra ta ta ta. De hecho, en estos momentos y tras la vuelta del verano, raro es el sector que no ha recibido una admonición o un expediente (o le han recordado cuestiones atrasadas de sus cuentas pendientes con la competencia). En el caso de la energía, su acción se ha cebado más concretamente en los sectores eléctrico y petrolífero. Ahora, desde Competencia, se afirma que se vigilirá el acuerdo entre el Gobierno y las eléctricas en el plan para el aumento de la protección del carbón nacional (por cierto, por qué no se vigila el plan y se cuestiona su necesidad, que es una alteración de un funcionamiento de mercado?). Por acumulación, podemos decir que la CNC se ha convertido en el martillo neumático del sector energético. Ra ta ta ta.

A modo de inciso diremos que el hecho de cuestionar la actividad de la actual Comisión Nacional de Competencia en su actual configuración y por sus comportamientos, no quiere decir que no se defienda la competencia y la libertad (sin adjetivos, ni matizaciones) en los mercados. Del mismo modo, el hecho de criticar el funcionamiento de la Comisión Nacional de Energía, no debe suponer cuestionar la necesidad de un órgano regulador y supervisor independiente que crea en la liberalización de los mercados y se dedique a ello. Lo que es complejo es defender la competencia desde posiciones intervencionistas y sin convicción sobre lo que son y deben ser los mercados.

Lo que resulta preocupante es la concepción de la competencia que tiene la CNC y la CNE en tiempos de intervencionismo y, todo ello, con un número importante de intervencionistas en plantilla en posiciones relevantes. Y eso, asociado a una concepción trotskista de la comunicación, tampoco es el modelo de utilización mediática de sus estudios. A todo ello contribuye el clima de escándalo permanente en el que se ha instalado el “mass media”, también el económico en nuestro país.

Por eso, hay que señalar que ni siquiera los responsables de la CNC, ni los encargados de energía del mismo tienen una concepción de la configuración del sector energético y sus subsectores, así como de la organización de los mercados energéticos desde esta perspectiva, ni conocimiento de los distintos sectores en términos de competencia. No hay un solo papel que lo acredite. De hecho, incluso en lo que se refiere al sector eléctrico, parte de esa formación se ha realizado recientemente por parte de teóricos tan próximos al libre mercado como los pertenecientes a la dinastía Fabra. Un libre mercado, eso sí, por tecnologías y rentas reguladas, donde el mayor problema son las “diferencias de rentas” reguladas.

Por tanto, promover la competencia debe partir de análisis, estudios y criterios rigurosos y que no enmascaren o perviertan de forma apriorística o en base a prejuicios sus conclusiones. Análisis sectoriales profundos, comparados, rigurosos y con modelos de mercado internacionalmente comparables. Porque sucede que, fruto de las últimas “investigaciones” sin investigador realizadas por la CNC, se busca obtener conclusiones preconcebidas hacia cada uno de los sectores mencionados. Ra ta ta ta.

En el caso del sector eléctrico, las últimas críticas, oportuna y convenientemente aireadas, provienen de varios expedientes de los que alguno se remonta hasta cuatro y cinco años y que ahora, milagrosamente, se han acumulado en torno a un oportuno expediente globalizador-escoba y sus notas de prensa. Ra ta ta ta. Entre ellas, cuestiones derivadas del decreto que fijaba precios de casación entre empresas generadoras y distribuidoras del mismo grupo, que finalmente fue derogado y que la propia CNE comprobó que todas las actuaciones “denunciables” estaban sometidas a derecho. Por otra parte, también cuestiones concretas relativas a los mercados de restricciones técnicas (o desvíos). Triste favor al sector energético español, a la economía española y a la defensa de la competencia es actuar en estos términos.

En el caso del sector petrolífero, la CNC también ha lanzado sus invectivas duramente contra este sector señalando problemas de competencia derivados de análisis teóricos, más que de investigaciones. Ahí podemos situar las críticas a CLH como operador logístico a la que acusa de monopolio y de que en su propiedad están las empresas (habría que hacer un aparte sólo con las similitudes y diferencias con REE y Enagás y sus comportamientos) y los precios que establece, los problemas derivados de las autorizaciones a la distribución de gasolina en los supermercados (más laxas que a instalaciones del mismo tipo) o a las grandes operadoras petrolíferas.

Se da la circunstancia de que tanto en el mercado eléctrico como en el mercado petrolífero se ha producido la entrada de un número importante de operadores que han aumentado notablemente la competencia. Pero, paradójicamente, desde el exterior, los Informes de la Asociación Internacional de Energía (organismo al que se le denomina la OPEP de los consumidores en este ámbito) confirman que tanto en el sector ‘retail’ (comercialización) como en el logístico hay transparencia y una competencia abierta y además el acceso a nuevos operadores es pleno.

En otro orden de cosas, sería razonable que la CNC supiera o conociera las implicaciones en los precios de los carburantes, de la diferencia entre la estructura de refino de nuestro país y la demanda. O bien, el efecto que los problemas en la red de alta tensión tienen en la configuración de los mercados de restricciones técnicas.

En todo caso, hay que tener en cuenta componentes que tienen que ver con el “equipo profesional”. La primera es la relación cercana existente entre el presidente de la Comisión Nacional de Competencia, Luis Berenguer, y Jaime González, consejero actual de la Comisión Nacional de Energía, cuyas posiciones y alineamientos son muy conocidos en el sector, incluyendo desayunos de proximidad. Segundo, el papel relevante en el sector energético de una consejera del organismo, Pilar Sánchez, procedente de Red Eléctrica de España (REE). Ra ta ta ta.

En todo caso, es paradójico el exceso de celo a la hora de extraer conclusiones escandalosas de estos sectores o al menos a la hora de difundirlas escandalosamente, cuando, a “sensu contrario” en el caso de las operaciones corporativas del sector energético, se ha hecho un perfecto ninguneo de los análisis serios y rigurosos en materia de competencia. Es decir, se ha cogido el rábano por las hojas. Ra ta ta ta.